El sentido revolucionario de la Pachamama frente al capitalismo que se disfraza de “ecológico” para seguir depredando.
¿Qué decidirán en Brasil del 20 al 22 de junio los representantes de
los gobiernos acerca del cuidado del planeta? A un mes de la conferencia
de Naciones Unidas Río+20, el Grupo de Articulación de la Cumbre de los
Pueblos verificó que “no se ven resultados positivos” del proceso de
negociación que se está realizando en la conferencia oficial. Allí
–agregó- no se está discutiendo un balance del cumplimiento de los
acuerdos tomados en Río 92, ni cómo cambiar las causas de las crisis
económica, ambiental y social. El foco de la discusión, por el
contrario, es un paquete de propuestas llamado engañosamente “economía
verde” y la instauración de un nuevo sistema de gobierno ambiental
internacional que lo facilite.
Es evidente que en medio de su peor crisis, el capitalismo, culpable directo de las depredaciones, pretende esconder su culpabilidad detrás de una máscara verde: se disfraza de •ecologista” para seguir castigando al planeta Tierra, explotando y discriminando a un lado y a otro, a las mayorías humanas y al complejo sistema de la naturaleza. Más que nunca, están a contramano de lo que indica la historia.
Es evidente que en medio de su peor crisis, el capitalismo, culpable directo de las depredaciones, pretende esconder su culpabilidad detrás de una máscara verde: se disfraza de •ecologista” para seguir castigando al planeta Tierra, explotando y discriminando a un lado y a otro, a las mayorías humanas y al complejo sistema de la naturaleza. Más que nunca, están a contramano de lo que indica la historia.
Los tiempos son otros, las ideas cambian. Ya no puede considerarse a
la Tierra como algo inerte, como cosa sin sensibilidad a la que debe
dominarse como “condición sine que non” de la sobrevivencia humana.
Esa supeditación de la Tierra al segmento humano privilegiado ha sido
concepción dominante desde tiempos remotos de una cultura emanada del
dominador, y que a pesar de los años, de las luchas, de la evolución de
las ideas, de los genocidios desatados en su nombre, sigue en la
práctica impregnando la actualidad y la negociación en Río + 20.
Las ideas de la “dominación” de la naturaleza nacieron con el colonialismo, y se desplegó en la etapa imperialista, global y neoliberal, luego de atravesar su expresión más trágica, que fue el nazismo con su teoría de la “geopolitik”, que llegó al colmo de establecer “fronteras vivas”, es decir, una tierra cuyo dominio debe ser movible ya que –se señaló- existen razas superiores que necesitan de “espacios vitales” para tener a disposición más mercados y más recursos naturales para alimentar a sus capitales concentrados.
En gran medida, esta “geopolitik” sigue presente, la practica el capitalismo con sus Tratados de Libre Comercio (TLC) en América latina y el Caribe, o cuando bombardea y ataca a poblaciones como en Libia, Irak, Siria…
Las ideas de la “dominación” de la naturaleza nacieron con el colonialismo, y se desplegó en la etapa imperialista, global y neoliberal, luego de atravesar su expresión más trágica, que fue el nazismo con su teoría de la “geopolitik”, que llegó al colmo de establecer “fronteras vivas”, es decir, una tierra cuyo dominio debe ser movible ya que –se señaló- existen razas superiores que necesitan de “espacios vitales” para tener a disposición más mercados y más recursos naturales para alimentar a sus capitales concentrados.
En gran medida, esta “geopolitik” sigue presente, la practica el capitalismo con sus Tratados de Libre Comercio (TLC) en América latina y el Caribe, o cuando bombardea y ataca a poblaciones como en Libia, Irak, Siria…
En sentido opuesto, hoy cada vez son más los que sostienen lo
contrario, que la Tierra puede carecer de sistema nervioso, pero es el
gigantesco generador de la vida, es la Pachamama, es algo tan formidable
en su quehacer, que si se la sigue dominando, dañando, o depredando,
sobrevendrán fenómenos apocalípticos o, simplemente, llegará el momento
en que la Tierra, la Pachamama, hará desaparecer al humano de su
superficie para que la generación de vida y la evolución siga su curso
natural sin la presencia del gran depredador.
Desde esta mirada –que obviamente no parte de los países centrales
dominantes sino de los territorios explotados de la periferia y de
pueblos originarios cuya cultura no pudo ser aniquilada pese al
colonialismo y sus genocidios–, la Tierra debe ser también sujeto de
derechos, de normas, en un equilibrio de cooperación entre el planeta, y
su naturaleza, con sus “reinos” vegetal, animal y el humano.
Extensión de una cultura originaria de pueblos andinos, por ejemplo,
nacieron las nuevas Constituciones Nacionales en Ecuador y Bolivia
donde, desde sus plataformas básicas, se condicionan los articulados
“celebrando a la naturaleza, a la Pachamama, de la que somos parte y que
es vital para nuestra existencia” (Preámbulo-Ecuador). Esta convivencia
con la naturaleza –agrega—será el fundamento para alcanzar el “buen
vivir”, o como se dice en quecha, el sumak kawsay.
En las dos Constituciones no se niega la utilización de la naturaleza
y de las investigaciones técnicas y científicas para los avances no
destructivos del ambiente. Pero en este contexto, la Tierra es un sujeto
de derechos y se exige respeto entre lo humano y lo que no lo es, lo
cual enfrenta el meollo de la acción depredadora del capitalismo sobre
unos y otros.
Por supuesto, es una visión distinta a la que puede tener un señor
capitalista y una cultura que fue dominante durante siglos, y que no se
trasforma solo con conferencias internacionales movidas por el miedo al
“fin del mundo”, sino con participación de los pueblos en el cambio, con
ideas, debates profundos en la sociedad, y lucha.
Porque habrá que cambiar textos de enseñanza, normas jurídicas y la
propia cotidianeidad saturada de consumismo. Hablamos de una sociedad
distinta donde el concepto de “dominación” tendrá que ser suplantado por
el de “cooperación” con la naturaleza, idea que busca abrirse paso y
que hoy impregna básicamente la convocatoria a la Cumbre de los Pueblos
por Justicia Social y Ambiental, que se desplegará del 15 al 23 de junio
en Río de Janeiro, paralela a los finales de Río + 20.
Es apasionante verificar cómo se van desarrollando en nuestra época
–y especialmente en América latina y el Caribe- las concepciones
políticas y filosóficas. Actualmente asistimos a un hecho enriquecedor
del pensamiento revolucionario: la lucha de clases contra la explotación
del hombre por el hombre, pasa a ser coincidente e inseparable de la
lucha del humano explotado en defensa del planeta Tierra y su ámbito
natural.
La convocatoria a la Cumbre de los Pueblos, precisamente, coloca en
un mismo plano la pelea contra los agrotóxicos, contra la explotación
irracional de la minería, y la contaminación de todo tipo, como algo
inseparable del combate al capitalismo que concentra la riqueza y
produce, con sus formas clásicas y renovadas de dominación,
desigualdades sociales, desempleo, violencia contra los pueblos y
criminalización de los que lo denuncian.
Nada en la “economía verde” que promueve hasta ahora Río + 20 –nos
dice el Grupo de Articulación- cuestiona o sustituye la economía basada
en el extractivismo y los combustibles fósiles, ni sus patrones de
consumo y producción industrial, sino que extiende la economía
explotadora de la gente y el ambiente a nuevos perfiles, alimentando el
mito de que es posible un crecimiento económico capitalista infinito.
Y agrega que ese modelo económico, ahora disfrazado de verde,
pretende someter todos los ciclos vitales de la naturaleza a las reglas
del mercado y al dominio de una tecnología perversa, a la privatización y
mercantilización de la naturaleza y sus funciones.
Agreguemos que la promoción de esa “economía verde”, que comandará un
organismo ambiental internacional, tendría el protagonismo del Banco
Mundial y de las bancas internacionales, con lo cual, bajo el manto
verde, se impulsará el mayor endeudamiento de los pueblos y el statu
quo.
Al final del camino, como epílogo de lo dicho y de lo que se dirá en
la Cumbre de los Pueblos, una síntesis sería la siguiente: o la mayoría
de los humanos terminamos con el sistema capitalista y sus formas
colonialistas e imperialistas, o el capitalismo terminará con el género
humano. Y lo más probable, en este caso, es que la Tierra siga andando
sin pausas, como gigantesca Pachamama, pero sin nosotros. Tendrá nuevos
hijos.
Arturo M. Lozza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario